Los formatos JPEG and GIF son los más conocidos en el mundo de la fotografía. Sin embargo, también existe otro formato llamado RAW, que es menos utilizado por los aficionados pero es el más poderoso y más común entre los profesionales. RAW quiere decir “crudo” en inglés. Por lo tanto, se trata de un formato con el cual conservamos la foto cruda, sin procesar, como si no la hubiésemos tomado aún, esto quiere decir, que el archivo final es de menos tamaño pero aun contiene toda la información del archivo inicial (lo que no ocurre con los formatos JPEG). Esto es de gran ayuda al momento de editar fotografías. Como las fotos en RAW aun contienen la información original, los ajustes de los balances de blancos, contraste, saturación, exposición y nitidez son más fáciles de corregir (lo que significa que toma menos tiempo) porque este formato contiene mayor detalle.
El formato RAW almacena al menos 8 bits por color (rojo,verde y azul) aunque la mayoría de las cámaras réflex digitales almacenan 12 bits por color. Dado que al fotografiar en RAW podemos almacenar toda la información (sin pérdida) recogida por el sensor de la cámara, para poder realizar estos ajustes necesitaremos software específico para procesar los ficheros RAW y convertirlos en JPEG o TIFF. Otras características relevantes del formato RAW es que permite mostrar sombras y claros, tiene un contraste menor, es menos nítido, no se puede imprimir directamente desde la cámara o sin realizar antes un postprocesado y es de solo lectura (los cambios realizados se almacenan en otro archivo).